partidos políticos o la libertad de prensa, pudieran alcanzarse. El grito de
Yara inició un largo y permanente proceso de rebelión gue finalizó en 1898
con la humillante derrota de Espafia por parte de Estados Unidos.
En la introducción a Los tres primeros historiadores de la isla de Cuba, gue
fue firmada por la comisión especial de la sección de Historia de la Sociedad,
se denunciaba gue la historia se podía tergiversar apelando al honor nacional:
"La isla de Cuba hace ya un papel muy distinguido en el mundo por su comercio,
población y rigueza, para gue su historia sea desconocida o solamente se encuen¬
tren relaciones diminutas acerca de sus progresos, escritas las unas por autores
apasionados gue han apelado a la fábula para embellecer sus tareas, y las otras
por enemigos envidiosos de su prosperidad y grandeza, gue la han desacreditado;
exigía pues el honor nacional abrir al público los archivos, y dar un testimonio del
acierto con que ha sido gobernada"?,
Atacaba al Ensayo politico del bar6n Humboldt por inexacto y apelaba a la
consulta de la documentaciön de los archivos de Sevilla, Simancas y Madrid
para escribir un relato profesional de la historia de la isla desde una vision
glorificadora de la “gesta conquistadora hispana”. Es decir, existia una clara
conciencia de cömo debia modelarse el discurso de la historia. El problema
de la narraciön histörica como un relato que legitima la naciön y que apela a
la identidad puede observarse con mäs intensidad en la modernidad. Pierre
Nora delimita con sus lieux de memoire la facilidad de las comunidades para
fabricar lugares simbölicos y escribir su propia historia?
Para Hayden White los teöricos de la literatura han sido reticentes a estu¬
diar las narrativas histöricas como ficciones, como “lo que manifiestamente
son”, ficciones verbales con contenidos tanto inventados como encontrados, y
cuya estructura formal estaria mäs cercana a la literatura que a las ciencias.
Esta reflexiön constituyö en los afios setenta el punto de partida de su obra
sobre filosofia de la historia, segtin la cual es imposible aceptar una distinciön
entre relato de ficciön y relato histörico. En la propuesta de White, los hechos
no hablan por si mismos, es el narrador quien los dota de significado segün
la formaciön textual y la ideologia en la que estä involucrado, de ahi que el
historiador interfiera en la historia, que se entrometa, intrusiön que no tiene
por que identificarse como una präctica errönea, carente de profesionalidad;
debemos asumir nuestra capacidad de interferencia como una cuota inheren¬
te de nuestra disciplina. La escritura y la construcciön del relato por parte
del historiador son componentes bäsicos para elaborar el texto histörico, el
28 Los tres primeros historiadores..., Vol. 1, 2.
2 Pierre Nora (dir.): Les lieux de memoire, 7 vols., Paris, Gallimard, 1984-1995.